29 diciembre, 2010

HALLAN DIENTES HUMANOS DE HACE 400,000 AÑOS EN ISRAEL....

ARQUEOLOGÍA

Se pensaba el 'Homo sapiens' procedía de África

Búsqueda: in Los dientes humanos hallados en la Cueva de Qesem.
Efe
Investigadores afirman haber encontrado en Israel los dientes humanos más antiguos de un 'Homo sapiens', que datan de hace aproximadamente 400.000 años, según ha informado la Universidad de Tel Aviv.
Hasta la fecha, los restos de homo sapiens más antiguos tenían 200.000 años y habían sido descubiertos en África. Los resultados del hallazgo los publica el 'American Journal of Physical Anthropology'. "Este es el período más temprano del que hay indicios de la existencia del hombre moderno en el mundo", dice la universidad en un comunicado.
En el estudio participaron entre otros los arqueólogos Avi Gofer, Ron Barkai e Israel Hershkovitz, del departamento de Anatomía y Antropología de la facultura de Medicina.
Los dientes fueron encontrados en la cueva de Qessem, un sitio prehistórico al este de Tel Aviv. Ocho dientes fueron analizados junto a un equipo de investigación internacional. Según los resultados de estas investigaciones, los dientes son muy similares en tamaño y forma a los hallados hasta ahora del homo sapiens.
En Israel fueron encontrados en el pasado restos de 'Homo sapiens' de hace unos 100.000 años, tanto en la región del monte Carmelo, en el norte del país, como en Qafzeh, cerca de Nazaret.
La teoría 'Out of Africa' vigente hasta el momento sostiene que el hombre moderno se desarrolló en el continente africano y desde allí se expandió al resto del mundo.

19 diciembre, 2010

TEORIA FILOSÓFICA DE DAVID HUME......

David Hume vierte los conceptos empíricos de Locke duplicados y establece una lógica rígida. Como todos sabemos Locke indica que solamente unos pocos datos tienen cabida en la realidad, Berkeley no acepta ningún dato de la realidad,  rechazandolos todos, y solo acepto los fenómenos psíquicos individuales.

Hume niega todo aquello que los sentidos no alcancen: asi, visto un objeto, el color se advierte por la vista, su suavidad por el tacto, y así otras distintas cualidades, pero no alcanza a más. Eso que llamamos sustancia no lo ve. Por qué hemos de admitir como real lo que no vemos?...nos dice. De igual modo argumentó con respecto a la causalidad. Vemos que los objetos se dilatan debido al calor, que es su causa: tampoco se ve la muerte, ni la vida, ni la germinación de las plantas y animales. Es decir, que para Hume nada de eso es real, sólo los efectos. Pero no hay efecto sin causa, luego....

La razón de ese desvarío está en que Berkeley la  realidad no la dejó asentada en lo sensible, sino en el espíritu, y esos fenómenos psíquicos son de admitir los fenómenos mismos, pues eso es lo que aparece a la vista, y con aniquilamiento del YO sustancia de Berkeley, Hume nos dió el nihilismo puro.

Es bueno llegar hacia el pensamiento de Berkeley antes de entrar de lleno en Hume, ya que Berkeley sostenía la irrealidad de la materia con el objeto de destruir a los materialistas y librepensadores. Berkeley sostiene que no hay razón para rechazar la realidad de las ideas secundarias, si lo son las compuestas, para él todas son irreales.

Nuestro espíritu navega en un mundo de "ideas" (sensaciones, reacciones y otros compuestos), y entiende que ese mundo ideal o mental donde los objetos se transforman en ideas es representación de otro exterior fuera de nosotros (Platón), y ese mundo objetivo no existe, porque nadie sabe de sí o de su mente. Teoria peregrina y rara, porque para ver un paisaje no es necesario salir de casa: desde el ventanal o balcón lo contemplamos,  no por eso desaparece el campo a nuestra vista, es decir, que la realidad contemplada queda ahí, no se desvanece por nuestra visión: el paisaje queda plasmado en la mente independiente del objeto contemplado. Berkeley todo lo vuelve humo. El sensismo de Locke lo llevó al extremo de querer explicar de un modo empirístico el universo, suprimada la materia, reduciéndola a sensación.

En resumen, las funciones del pensamiento se reducen a impresiones, sensaciones y afectos internos. Las ideas pueden ser por asociación, lo que implica la memoria: por semejanza, por contigüidad en el tiempo y por causalidad.

Los unversales los define como un algo confuso por su semejanza individual, que la mente asocia y le da un nombre: es decir, que por un proceso de abstracción de lo concreto y particular saltamos a lo universal, saltando por las circunstancias de tiempo y lugar, y a esa idea forjada por la mente se le da un nombre.

Las sustancias  de las cosas no existen, son puras sensaciones, de donde resulta que sustancia y sensación son los mismo.

La conciencia  tampoco existe: es un manojo de impresiones subjetivas engañosas que nos son totalmente desconocidas.

La causalidad  como la conciencia tampoco existe: es un fenómeno psicológico que crea nuestra mente por la relación del antecedente con el consiguiente y lo reputa como cosa: pero esa cosa (causalidad) es pura ficción mental. En suma, la identidad personal la reduce a manejo de nervios sensoriales e identifica la conciencia con las sensaciones y el Yo se vuelve polvo. No hay responsabilidad, ni libre albedrío, ni conciencia de su yo conscio, de que el hombre es algo más que nervios y sensaciones: éstos son medios, no causa, ni fin.

De moral  no podemos pensar mejor cosa. La moral es algo experimental regulado por sensaciones de agrado o desagrado sin fundamento racional: es un movimiento de atracción o repulsión ciego, no responde a un acto sobrenatural movido por un ser personal. Un caballo domado y un hombre educado se mueven por actos ciegos que les lleva por carambola a un fin recto. Esa es la moral de Hume: muy lejos de la evangélica.

De religión  tiene un concepto pobrísimo: no es un impulso volitivo, consciente y sobrenatural que eleva al hombre a otra esfera superior. La religión la acepta por el bien que reporta a la sociedad, pero ninguna religión positiva es revelada, milagros y culto son rechazados. Solamente se rige por la religión racional. El hombre debe evitar toda disputa al respecto y contemporizar con todos para vivir en paz consigo mismo y con la sociedad.

A fin de cuentas, que es lo que nos deja Hume?..Para él todo se reduce a fenómenos sensoriales que afectan a la psiquis y ésta la reduce a pensamiento, y el Yo  la persona, la conciencia de sí mismo, no existen, porque la causalidad es pura ficción y el efecto es la misma causa, y todo se vuelve sensación, pensamiento, humo, polvo, nada. Es una filosofía  que no pasa del tejado, sin problemas morales: anula la persona, el ser responsable, y niega lo sobrenatural porque no se puede experimentar, no puede encerrarse en una probeta de químicas. Su filosfía arrastra al escepticimso, al iluminismo y al nihilismo flotante en la filosofía moderna.

EL CEMENTERIO DE PRAGA.....

El escritor italiano Umberto Eco, el pasado martes presentó en España, su nuevo libro, El cementerio de Praga, una novela precedida por la polémica y por el odio a los judíos que profesa su cínico protagonista. Un personaje antipático, como para Eco, lo es Berlusconi, “un muerto viviente, un zombi muy peligroso”. Eco, narrador, ensayista y uno de los intelectuales más respetados de la escena internacional, siempre ha sido un gran crítico del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.
Durante las presentación de El cementerio de Praga y cuando se cumplen 30 años de la aparición de El nombre de la rosa, su primera obra de ficción, el autor italiano no escatimó en críticas a Berlusconi y a la actual política de recortes para el mundo de la cultura, situación que ha calificado de “grave”. También alertó sobre la proliferación del populismo y la pérdida de fuerza del Parlamento.
Con esta nueva novela, Umberto Eco, asegura que ha construido el personaje “más antipático de la historia” y de la mano de los documentos de los Sabios Ancianos de Sión, reconstruye la historia del antisemitismo en el siglo XVIII. Eco ha reconocido sentir “fascinación” por los documentos de los Ancianos de Sión y asegura que rastreó, la historia para encontrar pistas de cómo se habían construido dichos documentos.
Según declaraciones del autor: “Los sabios ancianos de Sión se supone que redactaron un panfleto antijudío, que se publicó en Rusia, y que sirvió de excusa a los alemanes. Pero por el libro también pasa el caso Dreifus, Freud, como suministrador de cocaína, y un montón de servicios secretos. Una novela que para el L’Osservatore Romano y para el Vaticano es toda “una sinfonía maligna”.
Eco, explica que todos los personajes de El cementerio de Praga existieron realmente, incluso el abuelo del protagonista, autor de una misteriosa carta al abad Barruel que desencadenó el antisemitismo moderno. Además, la novela lleva incorporada distintas ilustraciones, como por ejemplo, los folletines de aquel tiempo, unas auténticas y otras falsas.
Umberto Eco, concluye diciendo que su nuevo libro, a pesar de hablar de falsificaciones de hace muchos siglos, tiene una vigencia y un parecido increíble a las actuales filtraciones de WikiLeaks. Todo es transparente y el poder necesita de un cierto secreto.
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14 diciembre, 2010

MARIA VARGAS LLOSA: EL NOBEL NO MA HA DADO NINGÚN PODER....

Martes, 14 de Diciembre del 2010
Mario Vargas Llosa: El Nobel no me ha dado ningún poder


El escritor aseguró que el premio recibido en Estocolmo es ´algo intenso pero pasajero´. ´Reconoce la literatura, la tradición de cultura y creatividad de los peruanos´, añadió.
Vargas Llosa impedirá posible elección de Keiko Fujimori Nuestro Premio Nobel ya descansa en su domicilio de Barranco Mario Vargas Llosa anuncia que trabaja nueva novela Mario Vargas Llosa se encuentra en Lima y agradece a sus ´compatriotas´
El escritor Mario Vargas Llosa negó hoy en Perú que el Premio Nobel le haya dado ningún poder, pero sí "muchos amigos nuevos" que le han conmovido y que le van a permitir incluso mejorar su idea sobre el ser humano.
En una rueda de prensa celebrada en una terminal aérea, nada más aterrizar junto a su familia en Lima en este primer viaje tras la concesión del Nobel, Vargas Llosa se mostró escéptico con el supuesto poder que ahora tiene.
"¿Qué poder da el premio Nobel? ¿Amplía las tribunas a través de las cuales uno puede manifestarse? Es algo intenso pero pasajero", señaló el escritor, convencido de que el próximo octubre el siguiente galardonado recibirá entonces la fama "y a uno lo empujará a las tinieblas".
Reconoció que el galardón sí le ha procurado "mucha satisfacción y mucho estímulo", además de "muchos amigos nuevos, gente maravillosa que se ha manifestado con tanto cariño", tanto que le ha hecho conmoverse: "Quizá va a mejorar mi idea sobre el ser humano", afirmó sin ironía.
Del mismo modo, negó que el premio lleve aparejada la gloria en vida: "La gloria no me pesa, no creo en ella, la publicidad en torno al Nobel no es la gloria, porque para un escritor el verdadero éxito se vive en la soledad", precisó.
El escritor, que viajó acompañado por 15 familiares directos y numerosos amigos con los que ha compartido la estancia en Estocolmo durante las ceremonias de premiación, dijo sentirse cansado y con ganas de retomar sus rutinas, particularmente las literarias.
Declaró estar enfrascado ya en dos proyectos: un largo ensayo con el probable título de "La civilización del espectáculo" y una nueva novela de la que no dio detalles salvo que se desarrollará en un escenario del norte de Perú.
El prestigioso intelectual, que no rehuyó las preguntas sobre política local, dijo que todavía lee mucho y extrae un gran placer de sus lecturas, y citó entre los autores que más respeta en lengua española a Javier Cercas, para quien tuvo grandes elogios, Javier Marías y Antonio Muñoz Molina, mientras que no quiso mencionar a ningún latinoamericano porque "hay más de los que yo conozco", dijo.
En todo caso, sí proclamó que el Nobel "es un premio que reconoce la literatura y la tradición de cultura y creatividad de los peruanos", y dijo estar satisfecho porque sus paisanos "hayan visto que este premio es suyo".
En el momento de bajar del avión, el escritor peruano recibió un regalo del personal de Iberia, un facsímil del Romancero Gitano de Federico García Lorca, dijeron a Efe fuentes de la compañía.
-EFE-

07 diciembre, 2010

DESCUBIERTO UN MANUSCRITO DE LEONARDO DA VINCI EN NANTES...

Trata del vuelo de los pájaros y dormía en una biblioteca desde hace 137 años
AGENCIAS - París - 07/12/2010
Un fragmento de un manuscrito sobre el vuelo de los pájaros que dormía en una biblioteca de Nantes, al oeste de Francia, desde hace casi siglo y medio se ha atribuido ahora a Leonardo da Vinci (1452-1519), según las conclusiones de un experto. Carlo Pedreti, especialista en el genio italiano, explica al diario local Presse Océan que "se trata de notas sobre el aire y el viento, en relación con un estudio sobre el vuelo de los pájaros" y que las escribió en torno a 1504.

Un tesoro manuscrito de Mozart, oculto durante siglos
Una huella dactilar permite atribuir un cuadro a Da Vinci
Leonardo Da Vinci, personaje más influyente de la cultura europea
El texto, presentado ayer a los medios por el teniente de alcalde de Nantes, Jean-Marc Ayrault, forma parte de los fondos de la biblioteca Demy de Nantes desde finales del siglo XIX. Está escrito de derecha a izquierda, la marca de la escritura de espejo de Da Vinci, y fue uno de 5.000 documentos donados a la ciudad de Nantes en 1872 por el rico coleccionista Pierre-Antoine Labouchere. El documento, un trozo irregular de tela hecha a base de algodón de 10 por 20 centímetros, languideció en los archivos locales durante 137 años, hasta la semana pasada, cuando su verdadero valor saltó a la luz gracias a la pista aportada por un periodista de Presse Océan.
El reportero acababa de hacer un viaje a Milán y leyó una biografía del genio del Renacimiento, donde había una referencia al manuscrito. La directora de la biblioteca, Agnès Marcetteau, se mostró escéptica en un principio, entre otras cosas porque trabaja allí desde hace mas de 20 años y ningún investigador le había solicitado ese documento antes. Sin embargo, la búsqueda del manuscrito resultó fructífera dentro de la colección Labouchère, que no había sido analizada en su totalidad.
Marcetteau, convencida ahora, cuenta que el texto aún debe descifrase porque está escrito "en otras lenguas". Por ahora, el contenido del escrito, unas cuantas líneas garabateadas en tinta marrón en un trozo de papel amarillento, sigue siendo un misterio que deben resolver los expertos en este genial pintor, inventor y pensador del Renacimiento, que dibujó la enigmática sonrisa de la Mona Lisa y que en 1486, diseñó un aparato muy similar a los helicópteros de hoy en día. Da Vinci era zurdo y escribía con una muy personal ortografía en lombardo, un dialecto italiano.
La colección Labouchère está resultando una mina. En 2008, entre estos legajos se halló una partitura nunca antes vista de Wolfgang Amadeus Mozart.

27 noviembre, 2010

EL ESTADO, LA RELIGION Y EL MARTIRIO DE GIORDANO BRUNO....

Antes de que Galileo comprobara el movimiento de los cuerpos celestes, el filósofo Giordano Bruno se convirtió en el apóstol de las ciencias. Fue quemado en la hoguera por defender la verdad.
Carlos Rivero Collado
Para Kaos en la Red
26-11-2010 a las 18:16
El Mártir de las Ciencias A los que se llama "no-creyentes", son, en realidad, los más creyentes porque creen en las ciencias, que es la creencia más creíble en que se pueda creer.

1-. El Estado y la religión
¿Significa la historia del Vaticano que tengamos que hacerle ahora a la Iglesia lo mismo que ella le hizo a muchos pueblos por tantos siglos?
No.
Los defensores de las ciencias son humanistas porque benefician a todos los seres humanos, no los queman en la hoguera, ni les mienten, ni los torturan, ni los amenazan con el eterno terrorismo del infierno, ni creen que pueda haber un Dios tan monstruoso que, siendo ominipotente, omnisapiente y omnipresente, como dice la Iglesia, pueda haber permitido todas las tragedias que han martirizado a la humanidad por tantos miles de años.

No se debe culpar a la Iglesia por sus crímenes históricos. Sería como acusar a Jimmy Carter por la monstruosidad de Hiroshima o a Barack Obama por la carnicería de Vietnam.
Cada época tiene sus culpas y sus culpables. A Obama podemos acusarlo del empeoramiento de la guerra de Afganistán con el objetivo esencial de aumentar las ganancias de la industria bélica, espina dorsal del Complejo Militar-Industrial-Terrorista, y las entradas multibillonarias de quienes controlan, desde Estados Unidos, el negocio del opio y sus valiosos derivados; pero no podemos inculparlo por el incio de la guerra en ese país, ni por la invasión a Iraq, que ya ha costado más de un millón de muertes, aunque sí por mantener en ese país, padre de la civilización y la cultura, a unos 60,000 soldados para que aseguren la producción de petróleo, robada a Iraq por las compañías transnacionales que han sobornado a la Casa Blanca y el Pentágono con sumas billonarias. Es, sin la menor duda, una guerra de sangre por dinero. Lagos de sangre, montañas de dinero: una Suiza geográfica, pero guerrera.

La Iglesia católica --de hecho, casi todas las iglesias del mundo--, no realiza una labor subversiva que ponga en peligro la integridad constitucional de ningún gobierno, y por ello se debe respetar la libertad religiosa, así como la de los que quieren predicar el ateísmo, el panteísmo, el agnosticismo y cualquier otra idea física o metafísica.
Quienes creemos sólo en las ciencias no debemos temerle al poder ni a la popularidad de las iglesias.
A pesar de su auge actual, la religión se estanca en el pasado y la mentira, mientras las ciencias avanzan hacia el futuro por el sendero de la verdad comprobable; pero hay que poner el estudio de las ciencias en la vanguardia. Y hacerlo de la forma más pacífica posible, a través de la enseñanza, la cultura, la evidencia, lo indudable.

Tenemos que probarle a los que aún no lo saben que, en cuanto a lo dogmático, la Iglesia católica –y todas las demás-- está tan equivocada hoy como cuando decía que la Tierra era el centro del universo y todas las estrellas, incluyendo nuestro sol, giraban alrededor de ella, y mantenía esa opinión de una forma tan absoluta que quemaba en la hoguera a quienes no la aceptaran.
Debemos distinguir, sin embargo, entre la mentalidad reaccionaria de la Iglesia tradicional y las nuevas ideas de algunas sectas religiosas, sobre todo la Teología de la Liberación porque sigue los postulados del verdadero Jesús y los cristianos primitivos. Al plantear que se debe poner más énfasis en las víctimas del pecado que en los pecadores y que la salvación cristiana no puede darse sin la liberación política, social y económica del ser humano, la Teología de la Liberación representa una estupenda rebelión religiosa similar a la de Jesús y sus apóstoles en el Imperio Romano.
Eso no quiere decir, por supuesto, que se debe aceptar una concepción sobrenatural sobre el origen del universo y el surgimiento de la vida en este planeta. El respeto que se le debe tener, por su sensibilidad, a esa secta religiosa, no significa que haya que aceptar el concepto de un ser supremo que esté fuera de la Física. Si existiera algo fuera de nuestra Física, tendría que pertenecer a otra Física, como plantean quienes creen que existen varios universos que no se comunican entre si, lo cual es del todo posible.

Insisto, una vez más, en que si el ser humano no tiene un mínimo de conocimientos científicos que le hagan comprender que no puede haber nada fuera de la materia y que la creación del universo por un ser sobrenatural es una idea tan absurda que sólo puede aceptarse como broma, caerá, necesariamente, en la religión, no sólo porque, por lo regular, el ser humano tiene buen sentido del humor, sino porque, ante su ignorancia, la necesita.

2-. La sorpresa
¿Tiene sentido que después de 74 años de un sistema político que se basa en el materialismo científico, además del histórico, las iglesias de Rusia se hayan visto llenas después de diciembre del 91?
De acuerdo a las estadísticas de algunas fuentes a las que se les puede dar cierto crédito, las proporciones aproximadas de personas no-religiosas en algunos de los países que pertenecían a la Unión Soviética y al campo socialista europeo, son las siguientes --las personas que se declaran así es porque creen o se inclinan a creer, o suspenden el juicio esperando que algún día lo puedan creer, que no hay nada más allá de la Naturaleza, sean ateos, agnósticos, no-creyentes, etc.--:
Rusia, 36 %; Hungría, 35; Latvia, 24; Ucrania, 20; Belarús, 17; Armenia, 14; Lituania, 13; Kazajtán, 11; Albania, 8; Kyrgistán, 7; Rumanía, 5; Polonia, 1.
De acuerdo a estas estadisticas, sólo un 14% de chinos y un 7% de cubanos se declaran "no-creyentes" --debe entenderse que lo que estas dos palabras significan, en rigor, es que no creen en la mentira porque son adictos a la verdad, o sea a las ciencias, pero el significado popular que se les ha dado es todo lo contrario--.

¿Son ciertas estas cifras sobre China y Cuba? Sería una enorme sorpresa que lo fuesen.
¿Cómo se explica que en Vietnam haya un 80% de no-religiosos y en China sólo un 14%?
¿Tiene sentido que haya en varios países capitalistas mucha mayor proporción de personas "no-creyentes" (en realidad son los más creyentes porque creen en las ciencias, que es la creencia más creíble en que se pueda creer) que en los países del ex-bloque socialista, Cuba y China? Por ejemplo:
Suecia, 72 %; Dinamarca, 69; Japón, 65; Noruega, 58; Francia, 49; Alemania, 45; Inglaterra, 39.
La única explicación de esto es que las autoridades de los países socialistas han dejado el conocimiento científico, incluyendo el básico, en las universidades y escuelas superiores, y no han popularizado, a través de todos los medios de difusión masiva, los mínimos conocimientos científicos que habrían logrado que la inmensa mayoría de esos pueblos hubiese abandonado las religiones para acogerse a las ciencias.
Es muy probable, también, que se trate de una estadística errónea, al menos en cuanto a Cuba; pero, que se sepa, hasta ahora el gobierno cubano no ha desmentido esa cifra, o si lo ha hecho, lo desconozco.
Debe haber, insisto, absoluta libertad religiosa, pero es una obligación del Estado, sobre todo si es socialista, eliminar la ignorancia, y la religión ha sido, por miles de años, la más ignorante de todas las ignorancias.
La mejor forma de hacerlo es divulgando, con estudios sencillos que sean asequibles a todos o a la gran mayoría de los ciudadanos, una noción básica del conocimiento científico, sobre todo en astrofísica y genética. Quien posea esos conocimientos esenciales no debe tener dudas sobre el origen del universo –hace unos 13,900 millones de años, de acuerdo al cálculo del científico más importante del mundo actual, Stephen Hawking-- y el surgimiento de la vida orgánica en nuestro planeta, con la amiba unicelular, unos 10,400 millones de años después.
Ciertamente, es un poco más que el cálculo del obispo James Ussher, quien, basado en la genealogía de la Biblia, dijo que Dios creó el universo el domingo 23 de octubre del año 4,004 antes de Cristo, o sea hace 6,014 años, criterio aceptado por la Iglesia por más de tres siglos, que aún no ha desechado.
Para que nadie crea en cosas así, es muy importante la creación de las Escuelas Populares Científicas, que sitúen al alcance de todos los seres humanos el conocimiento de la verdad.
No hay cultura más honorable ni más evidente ni más imprescindible ni más importante que la de las ciencias.

3-. Rebelde contra la mentira
Filippo Bruno nació en Nola, región de Campania, Reino de Nápoles, en el año 1548 –se desconoce el día y el mes--. A los 17 años entró en la Orden Dominica, en el monasterio San Domenico Maggiore de Nápoles, adoptando el nombre de Giordano.
A pesar que desde muy joven mostró rebeldía de pensamiento y afición por los libros prohibidos por la Iglesia, se mantuvo o­nce años en la vida eclesiástica y en una ocasión viajó a Roma para enseñarle al papa Pío V su sistema de memoria, parecido al que hoy se conoce como mnemotecnia, que comenzó a desarrollar desde muy joven. Su sistema le permitió memorizar capítulos enteros, y hasta párrafos palabra por palabra, de los libros que leía una sola vez.
A los 28 años, Giordano renunció a sus hábitos como fraile dominico. Viajó, entonces, al puerto de Noli, en Génova, y después a Savona, Turín y Venecia. Aquí publicó su primer libro "Sobre el Cambio de los Tiempos", en los que ya expresaba, aunque en forma discreta, algunos criterios que diferían del catolicismo.
De Viena fue a Padua y Bergamo y, cruzando los Alpes, entró a Francia, pasó por Chambery y Lyon y se quedó un año en Toulouse, en cuya universidad obtuvo el doctorado en Teología y pronunció conferencias sobre filosofía. En el verano de 1581, a los 33 años de edad, llegó a París.
París no era entonces la capital mundial de la cultura como llegaría a ser un siglo y medio después. Las capitales eran, entonces, Florencia y Amsterdam y, en cierta forma, Roma, a pesar del Papa.
En París, Giordano pronunció decenas de conferencias teológicas y se hizo famoso por su memoria excepcional que algunos atribuyeron a poderes mágicos, aunque él siempre lo negó, aduciendo que era un atributo personal que nada tenía que ver con los misterios. Enrique III manifestó su admiración por los poderes memorizadores de Bruno y por varias de sus conferencias y lo ayudó en su viaje a Inglaterra, adonde llegó como protegido y huésped del embajador francés.
En Inglaterra vivio tres años y en este tiempo terminó algunas de sus obras principales: "Diálogos Italianos", "Sobre la Causa, el Principio y la Unidad", "Sobre el Universo Infinito y los Mundos", "La Expulsión de la Bestia Triunfante", "Sobre el Heroico Frenesí" y otros.
Regresó a París en 1585, creándose varios problemas al plantear sus tesis –más de cien-- contra las ciencias naturales de Aristóteles, aceptadas por la Iglesia.
Al año siguiente viajó a Alemania. Durante dos años pronunció conferencias filosóficas en la Universidad de Wittenberg.
En 1588 fue a Praga, capital entonces del Reino de Bohemia, asociado al imperio austriaco de los Hapsburgo, y fue nombrado profesor en la universidad de Helmstedt, pero tuvo que huir al ser excomulgado por los luteranos, tan fanáticos como los católicos. En este período escribió varias de sus obras: “Sobre la Magia”, “Recuento General del Vasallaje” y “Sobre la Composición de Imágenes, Signos e Ideas”.
A principios de 1591 se hallaba en Francfurt, pero en agosto, creyendo fatalmente que la Inquisición había perdido parte de su poder terrorista, regresó a Italia por invitación del patricio veneciano Giovanni Mocenigo, tratando, sin éxito, que le otorgaran la cátedra de matemáticas en la Universidad de Padua, que un año después ocupó Galileo.
No hay evidencias de que Galileo y Bruno se conocieran cuando aún el primero no había expuesto sus obras y ya el segundo había alcanzado cierta fama.
Hasta marzo de 1592, Bruno fue huésped y tutor de Mocenigo. Este infame aristócrata del incipiente capitalismo comercial traicionó a su maestro, que había tratado de enseñarle la verdad de las ciencias, entre ellas la teoría heliocéntrica de Copérnico que ya los filósofos griegos habían planteado en la Antigüedad, y sus ideas sobre el universo infinito, y lo denunció a la Inquisición el mismo día en que planeaba salir de Venecia para iniciar su regreso a Praga.

4-. La integridad de los principios
El 22 de mayo de 1592, Giordano Bruno fue arrestado por los gendarmes de la Inquisición veneciana. La acusación inicial que se le hizo fue de blasfemia y de creer en la pluralidad de los mundos. Se defendió con gran pericia alegando el carácter filosófico de sus ideas y enseñanzas, admitiendo que tenía dudas sobre algunos de los dogmas de la Iglesia.
A pesar de la crítica cautelosa que Bruno le hizo a los dogmas católicos ante el tribunal veneciano, la Inquisición Romana, controlada directamente por el Papa Clemente VIII, ordenó su traslado a Roma, en febrero de 1593.
Entre sus muchas ideas astronómicas que pugnaban con la Iglesia, Bruno fue más allá de Copérnico y planteó que el sol no era nada más que uno de los tantos cuerpos celestes del universo y que las estrellas eran idénticas a él.
Bruno fue encerrado en la Torre de Nona durante siete años. Ante el terror y el abuso extremo, fortaleció su posición y reafirmó con más fuerzas sus ideas científicas.
En el extenso juicio que se le siguió, las acusaciones principales de la Iglesia fueron las siguientes:
A-. Mantener opiniones contrarias a la fe católica y hablar en contra de ella y de sus ministros.
B-. Mantener opiniones erróneas sobre la Trinidad, la divinidad de Jesucristo y la Incarnación.
C-. Mantener opiniones erróneas sobre Jesucristo.
D-. Mantener opiniones erróneas sobre la misa y la Transubstanciación.
E-. Mantener que hay muchos mundos eternos.
F-. Creer que las almas humanas pueden reencarnar en los animales.
G-. Practicar la magia y la adivinación.
H-. Negar la virginidad de María.
Aunque el tribunal no lo inculpó por defender la teoría heliocéntrica, enfrentándose a la opinión de la Iglesia de que la Tierra es el centro del universo y todos los cuerpos celestes dan vueltas alrededor de ella, se daba por sentado que ésa era una de las causas principales de la Iglesia contra él.
Su juicio fue controlado por el Cardenal Inquisidor Roberto Belarmino, el mismo que tres décadas después obligó a Galileo a abjurar de sus ideas y lo mantuvo preso en su hogar los últimos siete años de su vida.
Bruno estuvo de acuerdo en renunciar a algunas de sus ideas, pero no a que en el universo existen pluralidad de mundos. Belarmino exigió que tenía que abjurar a todas y cada una de sus ideas que no estuviesen de acuerdo integralmente con el dogma católico. Bruno se negó.
Las torturas que debe haber sufrido en esos siete años para que abjurara de todas sus ideas hubieran horrorizado a los monstruos de Abú Ghraib.
Para no morir en la más terrible de todas las muertes, la de ser quemado vivo, Bruno acudió al papa Clemente VIII para que le permitiera hacer una renuncia parcial de sus ideas.
El Papa le exigió una abjuración absoluta e incondicional … algo que nos recuerda la actitud de Truman, tres siglos y medio después, cuando le exigió la rendición a Japón, usando las mismas palabras de Clemente VIII, para obligar al gobierno de Tokío a no aceptar tan insolente ultimatum y, entonces, arrojar las bombas en Hiroshima y Nagasaki, las que, de todas formas, había decidido lanzar.
La Inquisición lo encontró culpable de herejía y lo condenó a morir en la hoguera. Bruno se puso de pie para oír su sentencia y mirando, fijamente, a sus jueces, con palabra serena les dijo:
--Tal vez ustedes pronuncien esta sentencia con más temor del que yo siento al recibirla.
Giordano Bruno fue quemado en la hoguera, en el Campo de Fiori, al centro de Roma, el 17 de febrero del año 1600.
Sus cenizas fueron lanzadas al Tíber, pero su obra y el ejemplo magistral de su heroica vida se mantendrán en la memoria de todas las personas justas del mundo
Carlos Rivero Collado en Kaos en la Red

EL PLANETA MAS INTIMO DE ONETTI......

Juan Carlos Onetti y su perra la Biche, en su cama, en el piso de Avenida de América, 31, de Madrid.- DOLLY ONETTI


Un libro traza una semblanza familiar del autor uruguayo a través de fotografías inéditas y testimonios de sus más allegados
CAMILO SÁNCHEZ - Madrid - 26/11/2010
Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909- Madrid, 1994) balbuceaba en voz alta sus historias mientras dormía. "¿Dije algo anoche?" preguntaba la mañana siguiente a Dolly, su esposa. "¡Qué lástima! Era un cuento perfecto", se lamentaba cuando su mujer aseguraba no recordar nada. El libro Juan Carlos Onetti Ensayo Iconográfico (Del centro editores), que se presenta el próximo lunes en Madrid, está tejido con recuerdos íntimos. Recuerdos de un escritor cuya fama de huraño, cascarrabias y antisocial que nunca salió de su cama suele eclipsar la versión más terrenal que, irremediablemente, se esconde en la intimidad de todo ser humano.
El libro recopila un total de 327 fotografías, muchas de ellas inéditas, y una sucesión de testimonios y anécdotas de amigos, familiares y escritores que trazan el recuerdo de un Onetti familiar. Más cercano. Un hombre fascinado por el mundo de los niños. El texto recoge la anécdota del abuelo que asumía el papel de ogro para enviar a su nieto Carlos Esteben Onetti a extraer la sangre de alguna víctima. El niño solía regresar con una copa de vino para este infundado ser fantástico, que él sabía de antemano, se trataba de "el agüelo".
La admiración de los escritores queda constatada de sobra. Mario vargas Llosa conoció al autor de El astillero en Nueva York, donde se celebraba un congreso de la prestigiosa asociación de escritores PEN Internacional. En su ensayo El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti, el Nobel peruano anota: "No podía imaginar que el autor de aquellas temerarias historias fuera el hombrecillo tímido hasta la mudez y ensimismado que temblaba como el azoque ante la idea de enfrentarse a un micrófono y que, salvo cuando hablaba de algún libro, parecía el ser más desvalido de la creación".
Julio Cortazar, por su parte, satisfecho por una crítica positiva que hiciera Onetti de su cuento El perseguidor, diría: "Para mí es como si me lo hubiera dicho Musil o Malcon Lowry, esa clase de planetas".
El volumen está separado en seis capítulos: Montevideo-Buenos Aires, Madrid, Mundo artístico-literario, Los premios, Libros y revistas y Objetos afectivos. Los editores del libro aseguran que la intención ha sido "fundamentalmente" documental, más que artística. Por eso, el valor de las fotografías, algunas de ellas de la autoría de Dolly Onetti, quien es música y no fotógrafa, tienen un valor cultural, más que estético.
Juan Carlos Onetti fue un hombre que estuvo siempre agradecido con España, el país que le acogió tras la salida intempestiva de su natal Uruguay, en 1975, acosado por la dictadura de Juan María Bordaberry. "Llegué a España con la convicción de que lo había perdido todo, de que sólo había cosas que dejaba atrás y nada que me pudiera aguardar en el futuro. De hecho, ya no me interesaba mi vida como escritor. Sin embargo, aquí estoy, unos cuantos años después, sobrevivido. Esta sobrevida es lo primero que debo a los españoles. Estos años de regalo, en los cuales he vuelto a escribir con ganas, después de mucho tiempo de no hacerlo", diría en 1980 en el discurso de aceptación del Premio Cervantes.
Trabajador absorto solía pedir a su mujer que escondiera la libreta de apuntes cuando se sentía consumido por el trabajo. Servía de poco: empezaban a aparecer papelitos con anotaciones regados por toda la casa. En las mañanas, cuenta su esposa, después de haber escrito toda la noche, anunciaba: "Hay mucho para pasar a máquina". Y prosigue "Si me quejaba de tener los dedos gastados, me retrucaba: 'Mme. Tolstoi copió a mano La guerra y la paz siete veces y tenía setecientas mil palabras'".

16 noviembre, 2010

"EL ARTE DE VOLAR".....

CRÍTICA

'El arte de volar' es una obra maestra
ÁLVARO PONS 16/11/2010
El arte de volar, de Kim y Antonio Altarriba ha sido distinguido como el mejor cómic publicado en 2009 al recibir el Premio Nacional de Cómic convocado por el Ministerio de Cultura. Un galardón que no sorprende, en tanto se suma a la larga lista de reconocimiento unánime que la obra ha obtenido (Premio del Salón del Cómic de Barcelona, Premi Nacional de Còmic de Catalunya, Premio Cálamo, Premio de la Crítica...), pero que sigue quedándose corto para evaluar la calidad e importancia que esta obra tiene (y tendrá) para el cómic español.
'El arte de volar', crónica del choque de utopía y realidad en la España del siglo XX

Antonio Altarriba, teórico de la historieta y guionista vocacional en la insurgente historieta de los años 80, rompe con una cómoda trayectoria que lo vinculaba al relato erótico elegante y sensual para zambullirse en un doloroso ejercicio de introspección personal. Su padre se suicidó a los 90 años, se arrojó al vacío desde la habitación de la residencia en un acto de rebeldía final. Un corte de mangas con el mundo incomprensible para su hijo, inexplicable, que poco a poco se transformaba en angustia personal hasta que encontró unas notas, una especie de diario personal, que mostraba una figura muy distinta a la que él conoció como padre. La duda, el misterio de lo acontecido y de esas notas sólo tenía una posible solución: reconstruir desde cero la figura de su padre, armar una realidad diferente a la que su residía en su memoria, acercarse a la figura de un desconocido, de un tal Antonio Altarriba que vivió una larga vida, noventa años en los que quizás fue feliz o quizás desgraciado, que tuvo un hijo, Antonio, y se quitó la vida tirándose desde una ventana.

El arte de volar es esa recomposición de una fotografía rota en miles de pedazos, una labor de relojero paciente que debe encajar todos los mecanismos con precisión pero sin tener plano que le ayude, descubriendo a cada paso la verdad aún a sabiendas a que pueda ser dolorosa. Antonio, hijo, toma la voz de Antonio, padre, para recorrer su peripecia vital, desde el niño que se divertía y reía con la ilusión de poder volar hasta el joven que pronto conoció la dura realidad de una guerra, del hambre de la posguerra y el horror de la dictadura. Descubriendo la vida de su padre, Altarriba da voz también a los olvidados, a los que vivieron el exilio pero volvieron como derrotados, fagocitados por un sistema que los convirtió en meros peones. Antonio Altarriba, padre, fue uno más de esa legión de nombres que no fueron parte de la historia: la historia pasó por encima de ellos. Transformado en una pieza más de un engranaje contra el que luchó, moviéndose en una pantomima de libre albedrío, sólo queda una libertad: decidir cuándo se sale de la máquina, saltar al vacío y elegir, al menos, cómo encontrarse con la muerte. Una caída de noventa años recorrida en apenas unos segundos que su hijo reconstruirá a golpe de sufrimiento y tortura personal.

Un ejercicio intenso y desolador de introspección familiar y sentimental que tenía que saltar todavía a la viñeta. El noveno arte ha sido el lenguaje elegido por obras de reflexión personal tan importantes como Maus, El almanaque de mi padre o Jimmy Corrigan, coincidentes con el cómic de Altarriba en derivar de una forma u otra del análisis de la figura del padre, pero realizadas desde la protección del espacio íntimo que proporciona la autoría total de la obra. Como guionistas y dibujantes, Spigelman, Taniguchi o Ware practicaban un ejercicio de catarsis personal aislada, traducían sus emociones directamente al papel en comunicación directa con el lector. Pero Altarriba, guionista, tenía la difícil elección de dejar en manos de otros el descarnamiento de sus sentimientos. La decisión fue sorprendente: Joaquim Aubert, Kim, el conocido dibujante de Martinez el facha en El Jueves, un personaje ya icónico que había fagocitado casi por completo a su autor. Pero los que recuerdan aquella época de los 80, saben de la inmensa versatilidad de este dibujante, minucioso y de expresividad fluida, que demuestra en El arte de volar hasta qué punto todo calificativo se queda escaso. Ante una obra de sinceridad aplastante, de momentos de emotividad pura y de reflexión pausada, Kim realiza un trabajo brutal de condensación, convirtiéndose en invisible vehículo de la narración de Altarriba. Olvida toda exhibición gráfica para plasmar en viñetas la vida desde la sobriedad compositiva, dejando que mane con naturalidad y dirigiendo al lector con precisión. Combina con habilidad los largos textos donde Antonio, el hijo, reflexiona sobre su padre, en un doble nivel de lectura paralela entre la voz del narrador y la secuencia dibujada, dejando que realidad y reflexión se unan en un tejido común que está hilado por la labor gráfica de Kim, sin dejar que lo literario entierre a lo gráfico. Una inmolación aparente del dibujante que es, en realidad, la demostración palpable de su impresionante trabajo, de una valía incalculable.

Es imposible rehuir la reflexión introspectiva tras la lectura de El arte de volar. Es imposible no sentir que la vida de Antonio Altarriba, padre, es también la de parte de cualquiera de los que han vivido los últimos noventa años de historia de este país. Por sentimientos y emociones, pero también porque relata la historia nunca contada de aquellos que sólo querían vivir un día más, que se vieron defraudados por unos credos e ideologías al final ajenos.

Un viaje en una montaña rusa de alegrías y tristezas, de felicidades y sinsabores, de amores y desamores, que es la vida, en el fondo una falsa ilusión destinada a encontrarse con la dura realidad del cemento. Y el lector, desprevenido, reconvertido a su vez en sosías de padre e hijo, sentirá ese golpe con la misma dureza y severidad: volar sin alas es sólo una ilusión que disfraza a la muerte.
Es difícil sustraerse a la tentación de hablar de una obra maestra. Son pocas las llamadas a realmente merecer ese título, pero si la profundidad, emotividad, sinceridad y la capacidad de llevar a la reflexión son su medida, sin duda, El arte de volar es una obra maestra.

07 noviembre, 2010

STEPHEN HAWKING DESCARTA LA EXISTENCIA DE DIOS PARA EXPLICAR EL ORIGEN DEL UNIVERSO....

El astrofísico británico Stephen Hawking.
AP
Efe
Londres
El científico británico Stephen Hawking afirma en un nuevo libro que la física moderna excluye la posibilidad de que Dios crease el universo.
Del mismo modo que el darwinismo eliminó la necesidad de un creador en el campo de la biología, el conocido astrofísico afirma en su obra, de próxima publicación, que las nuevas teorías científicas hacen redundante el papel de un creador del universo.
El Big Bang, la gran explosión en el origen del mundo, fue consecuencia inevitable de las leyes de la física, argumenta Hawking en su libro, del que hoy adelanta algunos extractos el diario The Times.
Hawking renuncia así a sus opiniones anteriores expresadas en su obra 'Una Breve Historia del Tiempo', en la que sugería que no había incompatibilidad entre la existencia de un Dios creador y la comprensión científica del universo.
"Si llegamos a descubrir una teoría completa, sería el triunfo definitivo de la razón humana porque entonces conoceríamos la mente de Dios", escribió en aquel libro, publicado en 1988 y rápidamente convertido en un éxito de ventas.

Argumento contra Newton
En su nuevo libro, titulado en inglés 'The Grand Design' ('El Gran Diseño') y que sale a las librerías el 9 de septiembre, una semana antes de la visita del Papa a Gran Bretaña, Hawking sostiene que la moderna ciencia no deja lugar a la existencia de un Dios creador del Universo.
En esa obra, escrita al alimón con el físico estadounidense Leonard Mlodinow, Hawking rechaza, según el adelanto periodístico, la hipótesis de Isaac Newton según la cual el Universo no puede haber surgido del caos gracias sólo a las leyes de la naturaleza sino que tuvo que haber intervenido Dios en su creación.
Según Hawking, el primer golpe asestado a esa teoría fue la observación en 1992 de un planeta que giraba en órbita en torno a una estrella distinta de nuestro Sol.
"Eso hace que las coincidencias de las condiciones planetarias de nuestro sistema -la feliz combinación de distancia Tierra-Sol y masa solar- sean mucho menos singulares y no tan determinantes como prueba de que la Tierra fue cuidadosamente diseñada (por Dios) para solaz de los humanos", escribe Hawking.

Múltiples universos
Según Hawking, que fue hasta el año pasado profesor de matemáticas de la universidad de Cambridge, puesto que ocupó en su día el propio Newton, es probable que existan no sólo otros planetas, sino también otros universos, es decir un multiuniverso.
En opinión del científico, si la intención de Dios era crear al hombre, esos otros universos serían perfectamente redundantes.
El conocido biólogo ateo Richard Dawkins se felicitó de la conclusión a la que parece haber llegado su colega Hawking: "Es exactamente lo que afirmamos nosotros. No conozco los detalles de la física, pero es lo que he sospechado siempre".
En su libro, Hawking no excluye la posibilidad de que haya vida también en otros universos y señala que la crítica está próxima a elaborar una teoría de todo, un marco único capaz de explicar las propiedades de la naturaleza.
Eso es algo, recuerda 'The Times', que han estado buscando los físicos desde la época de Einstein, aunque hasta el momento ha sido imposible reconciliar la teoría cuántica, que da cuenta del mundo subatómico, con la de la gravedad, que explica la interacción de los objetos a escala cósmica.
Hawking aventura que la llamada teoría-M, proposición que unifica las distintas teorías de las supercuerdas, conseguirá ese objetivo.
"La teoría-M es la teoría unificada con la que soñaba Einstein. El hecho de que nosotros, los seres humanos, que somos tan sólo conjuntos de partículas fundamentales de la naturaleza, estemos ya tan cerca de comprender las leyes que nos gobiernan y rigen el universo es todo un triunfo", escribe el astrofísico.

04 noviembre, 2010

EL "TERROR FELIZ" DE UN PREMIO NOBEL...


Mario Vargas Llosa presenta en sociedad su nueva novela, 'El sueño del celta'
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 04/11/2010
Así hemos contado la presentación de 'El sueño del celta' en directo en Eskup.- Consulta el especial sobre el 'nobel' Vargas Llosa.
Durante el invierno de 1885, catorce países, ninguno de ellos africano, se reunieron en Berlín para repartirse África. Entonces se decidió regalar el Estado Libre del Congo a Leopoldo II, rey de los belgas. Más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados de tierra rica en caucho -85 veces el tamaño de Bélgica- fueron a parar a un hombre que había creado un aparato de propaganda para venderse a sí mismo como el redentor de un país al que pretendía sacar del atraso del canibalismo usando la rutilante fórmula de la letra ce: cristianismo, civilización y comercio.
La ayuda de Vero
Lee las primeras páginas de 'El sueño del celta', la novela inédita de Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010
El autor confiesa que vive "un incómodo" desequilibrio desde que ganó el Nobel
Un año antes, un joven idealista norirlandés llamado Roger Casement había acompañado al Congo al explorador Stanley, un mito de su infancia. A su lado descubrió que lo que los europeos habían llevado a África era un repertorio impune de compra y venta de seres humanos, explotación, violaciones, tortura y mutilaciones. Aquella experiencia y otra similar en la Amazonía peruana sirvieron a Casement para redactar dos informes que lo convierten en uno de los primeros europeos en denunciar las atrocidades del colonialismo.
Las casi 900 personas que recibieron ayer con un aplauso cerrado a Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) en los Teatros del Canal de Madrid escucharon en silencio al último premio Nobel de literatura, en conversación con Iñaki Gabilondo, hablar de su fascinación por Casement, un personaje real convertido en el protagonista absoluto de El sueño del celta (Alfaguara), la novela que tenía en la imprenta cuando hace casi un mes recibió en Nueva York la noticia del galardón.
Cuando Gabilondo le recordó el silencio literario al que los compromisos del premio habían conducido a muchos de los galardonados, el novelista peruano parafraseó a su maestro Flaubert -"Escribir es mi manera de vivir"- y añadió: "A la hora en que me encierro a escribir no hay Nobel que valga, empiezo a morirme de miedo y de inseguridad, también de placer. La escritura es un terror feliz".
Desde que recibió la madrugadora llamada del secretario de la Academia Sueca, los horarios de trabajo del escritor han saltado por los aires. Además Vargas Llosa confesó ayer que vive "un incómodo desequilibrio" desde que ganó el premio, con apenas dos o tres horas de sueño y problemas para trabajar, producto del acoso mediático. Ayer, pasado el mediodía, el escritor entraba en el auditorio de la Casa de América: allí le esperaban 200 reporteros que rompieron a aplaudir cuando le vieron.
"El mundo ha repetido su visita a Vargas Llosa", dijo Pilar Reyes, directora de la editorial Alfaguara, recordando las horas neoyorquinas que siguieron al anuncio del galardón. El sueño del celta llega a las librerías con una tirada de medio millón de ejemplares (la mitad distribuidos en España) que ayer mismo desembarcaron en 17 países de habla hispana, Estados Unidos incluido. Veintidós editores extranjeros trabajan ya en la traducción de la nueva obra de un clásico vivo que el próximo 10 de diciembre recibirá su premio en Estocolmo.
Después de contar que el anuncio del premio había interrumpido la redacción de La civilización del espectáculo, el ensayo en el que estaba trabajando cuando se levantó el "torbellino sueco", Vargas Llosa respondió a todo lo que le preguntaron pero guardó silencio sobre su discurso de recepción del Nobel. "Voy a guardar el secreto", dijo. Eso sí, aunque lleva cerca de un mes con la cabeza en las nubes no ha despegado los pies del suelo: "Nunca estuvo entre mis aspiraciones literarias ganar el Premio Nobel. Mis ambiciones eran mayores: yo quería escribir buenas novelas", afirmó ayer. "Mi ambición era que mis libros se leyeran como yo leía los libros que me cambiaron la vida".
Uno de ellos fue El corazón de las tinieblas, y en una biografía de su autor, Joseph Conrad, Vargas Llosa se topó con la fascinante figura de Roger Casement. Diplomático británico nacido en el Ulster, su conversión al nacionalismo irlandés tras la experiencia africana le llevó a conspirar con Alemania durante la I Guerra Mundial para impulsar la independencia de Irlanda. Aquella conspiración dio con sus huesos en una cárcel de Londres. "Fue un gran héroe moderno", le dijo Vargas Llosa a Gabilondo.
Hoy apenas nadie lo recuerda ni en África ni en Perú. El escritor lo comprobó cuando viajó a los escenarios de su novela. Comprobó también que buena parte de la situación actual del Congo viene de aquella "vertiginosa brutalidad" de hace cien años. Cuando el escritor viajó a aquel país para documentarse escribió también un reportaje que El País Semanal publicó en enero de 2009. Ayer recordó la que sería primera escena de aquel artículo: un campo para miles, de refugiados y el desgarrador aviso del doctor Tharcisse: "Lo peor no es esto, lo peor son las violaciones. Matan a más mujeres que el cólera, la fiebre amarilla y la malaria".

02 noviembre, 2010

PAREN EL MUNDO...QUE ME QUIERO BAJAR....

Dios ha muerto.... F. Nietzsche
Dios ha muerto…F. Nietzsche, cuando el hombre llega a su madurez intelectual debe cambiar la moral de origen sobre todo religioso por la verdad.

Elaine Castro
Uruguay para Kaos en la Red
2-11-2010 a las 2:06

PAREN EL MUNDO QUE ME QUIERO BAJAR
Dios ha muerto…F. Nietzsche, cuando el hombre llega a su madurez intelectual debe cambiar la moral de origen sobre todo religioso por la verdad.
El Übermensch ha de ser un hombre desgajado de toda forma de trasmundo, de todo paradisíaco más allá, de todo mundo celestial. Será fiel a la "tierra", lo que quiere decir, a su destino y a la realidad. La mediocridad de la moral occidental, vigente desde el triunfo del cristianismo, entrará en su definitivo ocaso.
Que significa ser fiel a la tierra? Tanto Hegel como Platón convierten a la diferencia en objeto de servicio , solo observando lo diferente reafirmo mi identidad, toda diferencia que surge de la negación del espíritu está al servicio del logro de la verdad absoluta y cuando Hegel dice “toda” piensa en el pasado y tambien en el futuro.
Cuando hablamos de identidad lejos estamos de caer en paranoias chovinistas ya que es bien sabido que son otros y variados los factores que influyen sobre la idiosincrasia de un pueblo, por lo cuál mas alla de fronteras políticas, las diferentes áreas poseemos características que nos hacen diferentes no como género, sino como miembros de una nación .
Es de acuerdo a lo expuesto; situación desfavorable para EUA, es que el imperio a través de la hegemonia cultural (harto indagada por Gramsci), ejerce el total control de las formas de relación y producción de sus paises subordinados ya sea por medio de controles económicos “absolutos” donde se incluyen hasta las propiedades intelectuales o por medios bélicos a la mejor manera del imperio romano.
Si hacemos un análisis del nuevo orden mundial nada escapa a las garras del cóndor, plan que aún no ha terminado, muchos veces alimentado por los gobiernos latinoamericanos, muchos podrán decir: democráticamente electos por el pueblo…
Mientras escribo estas lineas pasan mil cosas por mi cabeza, en busca de explicaciones y fundamentos a sabiendas que los precios de las decisiones de las altas esferas los paga el pueblo; a modo de diapositivas me asaltan diferentes imágenes de lo sucedido estos últimos meses y que no podemos dejar de cuestionar para bien o para mal , la concurrencia de presidentes seudo izquierdistas a la asunción de Santos, de Piñera, la presencia de Evo en el salvamento de los 33 mineros en Chile, el viaje de Ahmadineyad a EUA más precisamente a la ONU, Assange entrevistado en la CNN, el asesinato del comandante Briceño bajo la operación Sodoma, la masiva concurrencia de figuras ilustres al entierro del ex presidente de Argentina Nestor Kirchner, la detención de Manuel Olate en Chile…

Repaso:
-Santos: Al menos 22 activistas, un periodista y un juez fueron asesinados en los primeros 75 días del gobierno de Juan Manuel Santos en Colombia, denunciaron varias ONG ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
-Piñera: en año 1982 Eugenio Silva Risopatrón, representante de la SBIF, entabló demanda criminal en contra de Sebastián Piñera, a la sazón Gerente General del Banco de Talca, y algunos ejecutivos de esa entidad por los delitos de defraudación (estafa), infracción a la Ley de Bancos y otros cargos dañosos contra Piñera.
-Evo: presidente de Bolivia al lado del presidente de Chile, Sebastián Piñera presencia la continuidad del rescate de los mineros atrapados hace 70 dias.
-Ahmadineyad: El presidente iraní viajó a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU y abrió un nuevo frente de polémica al implicar a estados Unidos en los atentados del 11 de setiembre en esa ciudad y Washington y pedir que se abra una investigación.
-Assange: planta enfadado a una periodista de la CNN en plena entrevista
-Jorge Briceño:, alias el Mono Jojoy, jefe militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fue abatido en un operativo en la Macarena, Meta (centro) de Colombia.
-Nestor kichner: Una multitud acompañó el féretro del ex presidente Néstor Kirchner desde su llegada al aeropuerto local hasta el cementerio municipal
-Manuel Olate: Detienen en Chile a Manuel Olate, militante del PC chileno e integrante del Movimiento Continental Bolivariano. Santos pide su extradición a Colombia. Comunicado del MCB y rueda de prensa.

Debo decir que esta última noticia me quitó el sueño la noche de ayer, me perturbo y me perturba , no solamente en lo personal debido a posiciones político partidarias sino por la cantidad de implicancias que el propio hecho encierra, lo cuál me lleva a la conclusión de que los que luchamos por un mundo mejor no tenemos ningun tipo de garantias en ningun lugar del planeta, a ésto le podemos agregar una cantidad inmensa de adjetivos muchos de ellos subjetivos y de carácter emocional, pero hay otros profundos, objetivos y analíticos que son los que debemos poner en este momento sobre el tapete, la impunidad en este desangrado continente data de cinco siglos y lo resumo en una frase de Galeano: “nos mean y nos dicen que llueve”.
Refiriéndome al resto de los ítems anteriores en este momento solo tengo lugar para los adjetivos subjetivos y emocionales, Santos es un asesino con todas las letras, Piñera convirtió la desgracia minera en un show mediático gracias a un pueblo de frágil memoria, Evo en dicha oportunidad sólo vaticino resultados positivos a partir del diálogo para los Mapuches, Ahmadineyad y Assange “chapeu”, una rosa roja para el mono y en cuanto a los K me reservo el derecho de opinión.
Muchos podrán fundamentar algunas incoherencias: en lo que llamamos relaciones diplomáticas y protocolo, otros que es bueno a pesar de las diferencias mostrar una américa unida ante los ojos del imperio y asi sucesivamente, yo solo digo que mientras hagamos caso omiso a la hipocresía que nos rodea contribuimos y contribuiremos a alejarnos de una sociedad mas justa y mas equitativa y reitero toda diferencia que surge de la negación del espiritu está al servicio del logro de la verdad absoluta y cuando Hegel dice “toda” piensa en el pasado y tambien en el futuro.

28 octubre, 2010

QUE VUELVEN LOS CLASICOS RUSOS!....

Títulos de Tolstói, Dostoyevski y Leskov regresan en nuevas traducciones en una colección de El Aleph y Mario Muchnik
ABEL GRAU - Madrid - 28/10/2010

Junto a su tortuosidad existencial y sus incursiones en los abismos de la conciencia, Dostoyevski también tenía su punto cómico. En una de sus novelas menos conocidas, Stepanchikovo y sus moradores, el autor ruso narra las andanzas de un trepa arrogante y haragán, sobrino de un coronel retirado, que viaja invitado una temporada a la casa de campo de su tío. Y bien que se arrepienten, el militar y todos los habitantes de los alrededores, cuando ven cómo el nuevo huésped impone su ley despótica y bufonesca. "Es el Tartufo ruso", resume el editor de El Aleph, Bernat Puigtobella.

Stepanchikovo y sus moradores es uno de los tres títulos con los que la editorial El Aleph y el Taller de Mario Muchnik se proponen recuperar las grandes obras de la literatura rusa en traducción directas de la lengua original, según ha señalado Puigtobella en la presentación de la colección en el Centro Cultural Blanquerna, en Madrid, a la que han asistido el editor Mario Muchnik y Xavier Mallafé y Fèlix Riera, directivos editoriales del conglomerado Grup 62. Los otros dos títulos iniciales son Una familia venida a menos, de Nikolái Leskov, vertida por Jorge Ferrer ("un Quijote que comete todos los errores posibles, en medio del declive de la nobleza rusa", según Puigtobella), y Guerra y Paz, de Liev Tolstói, que reedita la traducción de Lydia Kúper, de 2003 -considerada canónica-. La propia Kúper, de 99 años y que firma la versión de Stepanchikovo, no ha podido acudir a la presentación, debido a su delicado estado de salud.

La caducidad de las traducciones
La nueva colección, que nace con el ánimo de convertirse en referencia, pone el acento en la calidad de las nuevas traducciones directas. "Una traducción, cuando es muy buena, dura entre 30 y 40 años", ha advertido Muchnik, fundador del histórico sello editorial que lleva su nombre. Y ha puesto como ejemplo la que efectuó Kúper sobre el texto original de Guerra y Paz, publicada en 2003. "Es la versión más fiel al original", ha explicado, "porque parte del texto que el propio Tolstói aprobó para su edición". Muchnik ha precisado, además, que otras traducciones, como la que publicó Mondadori hace cinco años, presentan diferencias argumentales considerables porque parten de un texto anterior que no contaba con la autorización del autor.
En su operación de rescate del universo literario ruso, los editores ya tienen prácticamente listos los dos próximos títulos: Del álbum de un cazador, de Iván Turguéniev, traducida por James y Marian Womack, y la trilogía autobiográfica de Sergéi Aksákov (Un caballero ruso, Años de infancia y La flor escarlata), cuya traducción firma Marta Rebón, autora de la versión de Vida y destino, de Vasili Grossman (Galaxia Gutenberg), Premio de Traducción Borís Yeltsin.

27 octubre, 2010

EL DIOS DE KANT.....

 Alfonso Fernández Tresguerres
A la memoria de Inmanuel Kant (22/4/1724-12/2/1804) en su bicentenario
Se conmemora este año (y este mes) el segundo centenario de la muerte de Inmanuel Kant. Sean, pues, estas páginas no sólo de crítica, sino también de homenaje a su egregia figura. Ambos conceptos, homenaje y crítica, o, si se quiere, homenajear criticando, sólo resultarán contradictorios para quien entienda que valorar y apreciar la obra de un filósofo (o la de cualquiera en general) no puede hacerse más que por la vía del ciego servilismo o de la permanente alabanza, sin advertir que la verdadera grandeza (merecedora de nuestro reconocimiento) de quienes nos han precedido en esta inacabable labor de tejer y destejer Ideas estriba en suministrarnos nutrientes capaces de estimular nuestro propio pensamiento, en que nos den que pensar.
La filosofía de la religión de Kant, o más en concreto, su concepción de Dios, es una de las cuestiones más sorprendentes y chocantes de su obra. Intentaré explicar por qué, y lo haré en dos momentos: comenzaré por constatar un hecho y luego aventuraré una hipótesis (o mejor: dos).

1) el hecho es éste: la reflexión kantiana sobre Dios da la impresión de resultar contradictoria e incongruente. Contradictoria en la medida en que en distintos periodos y momentos de su vida y, por tanto, de su obra, Kant parece haber defendido posiciones distintas al respecto. Verdad es que podría argüirse que no existe tal contradicción, y sí, sólo, una evolución, encontrándose su pensamiento definitivo en las dos primeras Críticas: desmoronamiento de la Ontoteología, en una, esto es, demostración de la imposibilidad de probar racionalmente la existencia de Dios, y postulación, en la otra, de dicha existencia como una exigencia del mundo moral (lo que obliga a «negar el conocimiento para dejar paso a la fe»). Volveremos sobre esto. Pero, en cualquier caso (y vamos con la incongruencia), el postulado Dios resulta incongruente; mas incongruente no ya con la propia vida de Kant, caracterizada por un ateísmo práctico, porque, independientemente de que con esto entraríamos en cuestiones de tipo psicológico que no tendrían probablemente mayor relevancia (al fin y al cabo, lo que debe importarnos es lo que Kant dice, no lo que Kant hizo), si el Dios de Kant fuese el Dios del deísmo, en el que se rechaza toda forma de culto, tal incongruencia quedaría sensiblemente mitigada: un deísta vive como un ateo, entre otras cosas porque seguramente lo es en el fondo. Tampoco incongruente con las posiciones defendidas en la Crítica de la razón pura, que podría ser leída (como tantas veces se ha hecho) en clave agnóstica: Kant habría probado que no se puede demostrar que Dios exista, pero tampoco que no exista, y, desde esta perspectiva, su propia vida (su ateísmo práctico) sería un ejemplo de lo insostenible de la posición del agnóstico; insostenible no ya en términos teóricos o lógicos (como ha querido ver Hanson), sino prácticos: es imposible vivir como un agnóstico, porque, en último término, uno va a misa o no va, o si se quiere decir con mayor seriedad, uno cree o no cree. La incongruencia del postulado Dios tiene lugar en el propio contexto en el cual se postula, es decir, en el contexto de la filosofía moral, en la Crítica de la razón práctica: los fundamentos de la moral tal como ahí son expuestos no sólo no exigen el recurso a Dios, sino que el postular su existencia, como Kant hace, es lo que, a mi juicio, resulta incongruente (y contradictorio) con los fundamentos mismos. Veamos todo esto con un cierto detenimiento.
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A la muerte de Kant (el 12 de febrero de 1804), eran muy pocos los que ponían en duda (y en Königsberg nadie) que Kant no era creyente, en el sentido ortodoxo y habitual del término, o si se quiere decir en términos positivos, que Kant era un ateo o que al menos vivía como tal. Incluso hubo quien (como Borowski, uno de sus primeros discípulos y biógrafos) estimó oportuno no asistir al entierro, por temor a que sus aspiraciones políticas o académicas se viesen truncadas si su nombre era asociado en exceso al de Kant.
Oigamos sobre lo que de este ateísmo (por lo menos práctico) nos dice uno de sus últimos biógrafos: «Aunque Kant había alimentado en su filosofía la esperanza de una vida eterna y de un estadio futuro, en su vida personal se había mostrado muy frío hacia tales ideas. Scheffner le había oído a menudo burlarse de las plegarias y de otras prácticas religiosas. La religión organizada lo sacaba de quicio. Para todos los que lo trataron directamente, era evidente que Kant no creía en un Dios personal. Habiendo postulado a Dios y a la inmortalidad, él mismo no creía en ninguna de estas cosas. Su meditada opinión es que tales creencias son exclusivamente una cuestión de 'necesidades individuales'. Y Kant no sentía tal necesidad».{1}
Y ya en el terreno de las anécdotas, podemos recordar que cuando tras la toma de posesión del rector de la Universidad se dirigía la comunidad universitaria a la catedral para la celebración de un oficio religioso, Kant pasaba de largo ante la puerta de la iglesia, excepto (como es lógico) que el rector designado fuese él mismo.

La Crítica de la razón pura, por su parte, supone, como es sabido, la completa demolición de cualquier intento de demostrar racionalmente la existencia de Dios. ¿Por qué motivo no dio Kant el paso de asumir la que diríase ser la conclusión lógica de todo ello, a saber: negar tal existencia (lo que, por lo demás, parecía ser conforme a sus propias convicciones personales)? ¿Por qué no complementó su ateísmo práctico con un ateísmo teórico, sino que, al contrario, parece abrir un abismo y una contradicción entre su vida y su pensamiento? Pero, ¿existe realmente tal abismo y tal contradicción?
Ciertamente, Kant nunca dio ese paso a un ateísmo teórico plenamente asumido y representado, sino que, como resulta sobradamente conocido, en la segunda de sus Críticas se decanta por postular la existencia de Dios como una exigencia de la moralidad. Repitiendo la argumentación expuesta en un escrito de 1786, titulado «¿Qué significa orientarse en el conocimiento?», la Crítica de la razón práctica defenderá como principio insoslayable de la racionalidad moral el que la mayor moralidad se vea siempre acompañada de la mayor felicidad, esto es, que la máxima fidelidad a la ley moral se corresponda, al mismo tiempo, con la máxima felicidad. Ahora bien, resulta extremadamente discutible e ingenuo que ello pueda ser así en este mundo, en el que no siempre vemos (más bien al contrario) que el más virtuoso sea también el más feliz. Sin embargo, ese supremo bien (la unión de moralidad y felicidad) es, en opinión de Kant, un principio irrenunciable de la razón práctica: la alternativa a él es la desesperación (¿es ésta una de las fuentes del existencialismo?). Y si es ilusorio esperar que la línea de la moralidad y la de la felicidad lleguen a confluir en este mundo (más bien semejan ser paralelas), entonces no cabe sino postular que habrán de juntarse en el más allá. Mas tal confluencia presenta dos exigencias inmediatas, aunque indemostrables, y que, por lo mismo, únicamente podrán presentarse como postulados de la razón práctica, a saber: la existencia de Dios y la existencia de un alma inmortal.
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Seguramente no pueda decirse que las obras anteriores a 1786 contradigan completamente las conclusiones alcanzadas en la KPV, pero uno tiene la sensación (habría que realizar una investigación pormenorizada al respecto) de que Kant no es tan riguroso respecto a la necesidad de acudir a Dios para fundamentar la moral. Incluso cuando el año 1766, en Los sueños de un visionario explicados por los sueños de la Metafísica, da por zanjada su preocupación por los espíritus («En adelante dejaré de lado como concluido y resuelto todo el tema de los espíritus, un extenso apartado de la metafísica. Es algo que ya no me interesa»{2}), se podría acaso esperar que entre tales espíritus incluyese al propio Dios. Sin embargo, es obvio que tampoco son exactamente lo mismo las historias de fantasmas de Swedenborg que Dios. Y del mismo modo, cuando Kant, en esa misma obra (podrían aducirse otros textos en los que insiste en la misma idea) afirma que «parece más adecuado a la naturaleza humana y a la pureza de las costumbres fundar la espera del mundo futuro en los sentimientos de un alma de buena índole que, por el contrario, fundar su buena conducta en la esperanza del otro mundo»,{3} resultaría probablemente precipitado afirmar que dichas palabras contradicen las posiciones de la KPV, pues lo que Kant está afirmando es que no puede establecerse la moral sobre la religión, sino sólo en sí misma, pero no declara absurda la esperanza de que exista otro mundo en el que sea recompensada la acción moral. O si se quiere decir de otro modo: la religión no puede ser el principio de la moral, pero sí su conclusión. En las Lecciones de Ética (impartidas por Kant entre 1775 y 1781), se afrima lo siguiente: «La religión no es el punto de partida de la moral, sino que, por el contrario, las leyes morales están orientadas al conocimiento de Dios. Situando la religión antes que la moralidad, ésta habría de guardar alguna relación con Dios y ello daría lugar a tomar a Dios como un poderoso señor al que se ha de halagar. Toda religión presupone una moral; luego esa moralidad no puede ser derivada a partir de la religión (...) La ley moral es así un ideal dentro de mí; debo seguir la idea de la moralidad sin albergar al mismo tiempo la esperanza de ser feliz, y esto es algo sencillamente imposible. Por consiguiente, la moral sería un ideal de no haber un Ser que ejecutara tal ideal, por lo que ha de existir un ser que dote a la ley moral de fuerza y realidad. Ser que, por descontado, habrá de ser santo, bondadoso y justo. La religión proporciona a la moralidad un peso específico y debe ser el móvil de la moral. En este punto se ha de reconocer que, quien se haya comportado de modo tal que sea digno de la felicidad, también puede esperar alcanzar dicha felicidad, puesto que hay un Ser que puede hacerle dichoso (...) Hay un paso natural de la moral a la religión»{4}. De nada de esto se podría afirmar rotundamente que atenta contra las posiciones que Kant mantiene en su segunda Crítica; y sin, embargo, en esas mismas Lecciones de Ética, Kant afirmará también que: «La moralidad no ha de rebajarse, tiene que ser recomendada únicamente por sí misma; el resto –incluida la recompensa del cielo– nada tiene que ver con ella, pues por su mediación sólo me hago digno de la felicidad»{5}.

Da la impresión de que lo que el Kant anterior a 1786 quiere decir es que el comportamiento auténticamente moral es aquél que se fundamenta y se basa en sí mismo, y no en interés alguno (incluida la recompensa celestial); pero, al mismo tiempo, que la vida moral nos hace dignos de la felicidad, que «no es el fundamento, el principio de la moralidad, pero sí un corolario necesario de la misma»{6}. La diferencia estriba acaso en que en la Crítica de la razón práctica el postulado de la existencia de Dios (como el de la inmortalidad del alma) implicaría que sólo Dios puede proporcionar sentido al mundo de la moralidad, en tanto que hasta ese momento Kant parece pensar que la moral tiene pleno sentido en sí misma (o más aún: que sólo lo tiene en sí misma), sin que ello implique declarar absurda o irracional la esperanza de una felicidad ultraterrena. En la KPV diríase, en cambio, que únicamente la esperanza de esa felicidad ultraterrena, recompensa a la acción moral (el bien supremo) dota de fundamento a la moralidad, al punto de que Kant podría dar por bueno aquello que Dostoievski ponía en boca de Iván Karamazov: «Si no hay Dios, todo está permitido». Por el contrario, la postura de Kant hasta 1786 parece ser que si no hay Dios, eso no me exime de obligaciones morales, pero si lo hay, mejor. De hecho, el propio Kant así lo afirma expresamente (y en un tono no menos frívolo del que yo acabo de utilizar): «Tampoco la razón humana está suficientemente dotada de alas como para atravesar nubes tan altas como las que nos ocultan los secretos del otro mundo; y a los curiosos que tan solícitamente piden noticias sobre ellos, se les puede dar una respuesta sencilla, pero muy natural: que lo más aconsejable sería que se dignaran tener paciencia hasta haber llegado allí»{7}.

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Sin duda, resulta sorprendente que Kant no sólo no terminase prescindiendo por completo de la hipótesis Dios, sino que acabe por concederle el lugar tan preeminente que ocupa en la Crítica de la razón práctica, cuando lo cierto es que el postulado Dios entra en contradicción con la propia doctrina ética defendida en tal obra. Al menos, a mí no me resulta fácil entender cómo tras haber recusado Kant las éticas de la felicidad, se decante, finalmente, por considerar ésta una exigencia ineludible para dotar de sentido al ámbito de la moralidad. Cierto que se podría argüir que el rechazo de Kant de las éticas materiales se basa en el carácter relativo de su contenido, y, en concreto, lo relativo de la felicidad misma (lo que imposibilita el proyecto de construir una ética establecida sobre principios morales absolutos y con valor a priori). Frente al relativismo de esta felicidad inmanente, la felicidad trascendente, otorgada por un Dios dispensador de premios y castigos, como justo colofón al comportamiento moral, tendría carácter absoluto y concluso. Ahora bien, al margen de que resulta muy discutible que una argumentación tal sea sostenible, lo cierto es que aunque la felicidad ultraterrena pudiera considerarse en algún sentido menos relativa, lo que resulta indudable es que ha de ser vista, en todo caso, como más metafísica (mejor aún: como puramente metafísica).

Pero es que, además, ¿hasta qué punto la esperanza en una felicidad en el más allá no compromete el carácter desinteresado de la genuina acción moral? Si el auténtico comportamiento moral consiste en actuar por estricto respeto al deber, y no por ningún otro móvil egoísta o interesado, ¿la postulación de una tal felicidad no supone, justamente, introducir en el juego de la moralidad un móvil de tales características? Y, en último término, ¿qué lugar queda en ese contexto para la autonomía moral? Desde el momento en que se postula la existencia de Dios y de una alma inmortalidad, receptora de premios o castigos, ¿no cabe siempre la posibilidad de que se actúe para alcanzar unos y evitar los otros? Porque, de ser así, la ética kantiana se hallaría expuesta al mismo peligro de deslizamiento hacia la heteronomía moral que cualquier otra ética religiosa.
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Todo lo que hemos venido diciendo, a saber: desde el ateísmo práctico de Kant, hasta sus titubeos respecto a Dios y su relación con la moralidad, y finalmente las dificultades, más que soluciones, que el postulado Dios viene a introducir en los principios mismos del formalismo moral, hace que resulte sorprendente (tal vez esto no sea más que la mera opinión de un mal lector) que Kant no optase, de una manera definitiva, por desprenderse del todo de Dios y dar el paso a un ateísmo plenamente representado en el aspecto teórico. ¿Por qué?
Vamos, pues, con la hipótesis prometida al principio de estas paginas. O mejor, con las hipótesis, porque creo que dos son las que pueden ser propuestas: de carácter filosófico, una; político, la otra.
La primera tiene que ver directamente con el deísmo. Según esta hipótesis habría sido éste el que habría bloqueado el paso de Kant hacia el ateísmo.
Seguramente el escrito kantiano en el que con más firmeza cabe apoyarme para defender la tesis de su relación con el deísmo es La religión dentro de los límites de la mera razón, publicado el año 1793. Las primeras palabras de esta obra (las primeras del propio prólogo) son para reafirmarse en que la moral puede fundarse en la razón misma, sin necesidad de apelar a ninguna instancia externa a ella: «La Moral en cuanto que está fundada sobre el concepto del hombre como un ser libre que por el mismo hecho de ser libre se liga él mismo por su razón a leyes incondicionadas, no necesita ni de la idea de otro ser por encima del hombre para conocer el deber propio, ni de otro motivo impulsor que la ley misma para observarlo.»{8} Sin embargo, inmediatamente aclarará Kant que, si bien la moral no necesita de un fin que preceda a la determinación de la voluntad, es decir, no necesita de la representación de un fin como fundamento, sí se puede pensar que tenga relación con un fin tal, mas en tanto que consecuencia de la propia ley moral: «Así –escribe–, para la Moral, en orden a obrar bien, no es necesario ningún fin; la ley, que contiene la condición formal del uso de la libertad en general, le es bastante. De la Moral, sin embargo, resulta un fin; pues a la Razón no puede serle indiferente de qué modo cabe responder a la cuestión de qué saldrá de este nuestro obrar bien, y hacia qué –incluso si es algo que no está plenamente en nuestro poder– podríamos dirigir nuestro hacer y dejar para al menos concordar con ello.»{9} En consecuencia: «la Moral conduce ineludiblemente a la Religión, por lo cual se amplia, fuera del hombre, a la idea de un legislador moral poderoso en cuya voluntad es fin último (de la creación del mundo) aquello que al mismo tiempo puede y debe ser el fin último del hombre.»{10}

Hasta aquí nos estamos moviendo en un paraje ya conocido: el mismo, seguramente, que se dibuja en la Crítica de la razón práctica. La novedad es que en La religión dentro de los límites de la mera razón comenzamos a ver claro (acaso por vez primera) de qué religión se está hablando, cuál es esa religión a la que, en palabras del propio Kant, conduce ineludiblemente la moral. Se trata de un religión en la que el Hijo de Dios no es más que un ideal: el ideal del ser humano perfecto (¿acaso la voluntad santa?); una religión en la que (como había señalado Kant a Lavater, en una carta fechada el 28 de abril del año 1775), el predicador, esto es, Jesucristo ha de ser distinguido drásticamente del propio Dios; mas también una religión en la que (como se afirma en la obra de la que hablamos) la adulación a tal predicador, lo mismo que la plegaria o la devoción resultan irrelevantes, las historias milagrosas superfluas, y la oración es considerada mera práctica fetichista y supersticiosa. Una religión, en suma, que no parece ser otra que la religión natural del deísmo.

Es probable que para entender adecuadamente a alguien, más que en lo que dice, hay que fijarse en lo que no dice porque considera innecesario hacerlo, ya que lo da por supuesto. Y es casi seguro que Kant da por supuesto el Dios del deísmo, hasta el punto de que tal vez se hubiese sorprendido de haber podido saber que poco después de su muerte irrumpiría, con toda su fuerza, la negación explícita de Dios, es decir, el ateísmo contemporáneo. Pero tal escenario intelectual ya no es el de Kant; en el suyo, Dios, más que una idea que se tiene, parece ser una creencia en la que se está (por decirlo echando mano de la celebre distinción orteguiana), y acaso por eso, Kant no fue capaz de dar el paso a la negación directa de Dios, manteniéndose (lo mismo que Voltaire) en esa suerte de ateísmo cortés que es el deísmo. En este contexto parecen cobrar pleno sentido aquellas palabras de Bonald, según el cual: «Un deísta es un hombre que aún no ha tenido tiempo de hacerse ateo.» Según esto, Kant (al igual que Voltaire) no lo tuvo nunca.

Mas habría que añadir que tampoco lo tuvo muy fácil (ahora en términos meramente políticos), para hacerse ateo. Llegamos así a la segunda hipótesis (a la que aludía anteriormente) capaz de ofrecer alguna explicación de por qué no dio Kant el paso a un ateísmo plenamente asumido desde el punto de vista teórico.

La Prusia de Federico Guillermo II no era el lugar más adecuado para declararse ateo. Al igual que la acusación de asebeia en la Grecia que conocieron Protágoras o Sócrates, ser sospechoso de falta de piedad, era en la Prusia de Kant algo que convenía evitar si uno no deseaba hacerse acreedor de medidas desagradables.

Poco después de la publicación de La religión dentro de los límites de la mera razón, concretamente el 1 de octubre de 1794, Wöllner, cumpliendo órdenes del rey, se dirige a Kant en los siguientes términos: «Nuestra más excelsa persona viene observando con gran disgusto que desde hace tiempo utiliza usted su filosofía para distorsionar y evaluar negativamente muchas de las enseñanzas cardinales básicas de la Sagrada Escritura y del cristianismo, sobre todo en su obra La religión dentro de los límites de la mera razón, como también en otros tratados más breves. Esperábamos mejores cosas de su parte, como usted mismo puede comprobar; pero usted ha preferido actuar irresponsablemente contra su propio deber como maestro de la juventud y contra nuestro paternal propósito, que usted conoce muy bien. Exigimos de usted inmediatamente el informe más completo y exhaustivo sobre sus actividades, y esperamos que, para no aumentar aún más nuestra desaprobación, evite en el futuro comportamientos semejantes... De no hacerlo, debe usted esperar medidas desagradables por su obstinación continuada.»{11}

Casi treinta años antes (exactamente el 6 de abril de 1766), en carta a Mendelssohn, confesaba Kant hallarse plenamente convencido, con toda evidencia y satisfacción, de muchas cosas que jamás tendría el valor de decir. Entre esas muchas cosas, ¿se encontraba, por ventura, la sencilla proposición: no existe Dios?